El control permanente de la cloración y el PH del agua entre 7 y 8 convierten los vasos de las piscinas públicas en un auténtico desinfectante frente al nuevo coronavirus. Eso sí para la reapertura toca controlar aforos, mantener distancias de seguridad, limitar uso de toboganes y vestuarios y llevar mascarilla fuera del agua
El inicio de los planes de desescalada tras los más de 55 días de confinamiento impuestos por el Estado de Alarma para frenar la expansión de la COVID-19 han coincidido con una ola de calor que han convertido el mes de mayo en un mes propiamente veraniego.
Ambos fenómenos unidos han hecho que la población comience a imaginar como será la repertura de las piscinas públicas y comunitarias a las puertas del verano y en medio de las muchas limitaciones y medidas higiénico sanitarias que nos ha dejado esta enfermedad.
El Ministerio de Sanidad ya ha elaborado un documento provisional de ‘Recomendaciones para el restablecimiento de la actividad en las piscinas de uso público tras la crisis del Covid-19’ al que ha tenido acceso El Ágora y que será de obligado cumplimiento en las piscinas públicas, incluidas las de instalaciones turísticas, aunque deja al margen las de uso residencial.
La guía señala todas las áreas a tener en cuenta de cara a la reapertura, desde la limpieza y desinfección de las zonas comunes como accesos, vestuarios, solárium, grifería y ducha, control de la pileta y la calidad de agua; pasando por las medidas de protección e higiene de trabajadores y usuarios.
Entre las medidas esenciales destaca dejar siempre la distancia social de dos metros entre cada usuario, dentro y fuera del agua y uso de mascarilla tanto para socorrista y resto de empleados, como para los usuarios cuando se dirijan a estos empleados.
Se prohíben los saltos y juegos en el agua así como el uso de toboganes y otros elementos de divertimento.
Apertura de piletas en España
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